La definición que Jesús Marchamalo da a Pío Baroja sorprende por lo atípico: “Creo que era un buen tipo”. Este cariño que el periodista y escritor le profesa a su colega se percibe en el gran librito Retrato de Pío Baroja con abrigo, que publica Nórdica. En este chupito de 36 páginas se alía con el ilustrador Antonio Santos para trazar una semblanza literaria también poco habitual. Con los objetos, un gato, las costumbres y las anécdotas, van definiendo el perfil de la persona que vivía detrás de los libros y las palabras, el árbol de la vida de un escritor que pasa frío en casa, que ingiere pastillas con alicates, que pide una pluma días antes de morir llamado por última vez por la escritura. Al cabo, la obra también es una reivindicación del libro como regalo, una especie de felicitación navideña para amantes de Baroja, de la edición preciosista y de la ilustración.
Pregunta.- ¿Fue idea de Nórdica o suya publicar este homenaje a Baroja?
Respuesta.- Hay libros que tienen leyenda y libros que no; y éste, a pesar de ser pequeño, la tiene. Cada año por Navidad hago un regalo especial para amigos, una pequeña edición a modo de felicitación. Se me ocurrió contar con Antonio Santos, ilustrador, pintor y escultor, le propuse hacer algo con Pío Baroja. Trabajamos sobre un texto que yo había escrito sobre el escritor y él hizo unos linóleos. En algún momento, lo que estábamos haciendo llegó a las manos de Diego Moreno, de Nórdica, y nos propuso editarlo también como un regalo para las navidades.
P.- La semblanza recorre lo pequeño y lo accesorio del universo Baroja para darnos un perfil muy claro de quién fue.
R.- En origen el texto, que ahora he corregido, fue un encargo de la revista Pasajes, que publicaba un especial sobre El árbol de la ciencia. Querían una semblanza literaria y me dijeron que yo tenía una cierta facilidad para acercar al lector a los escritores rodeando su propuesta literaria. Se trataba de contar quién era Baroja en unos folios. Es un texto poco protocolario, que parte de los pequeños detalles, al final los más significativos, para explicar al personaje. No estoy seguro de que con todo lo que se ha escrito de él aporte algo nuevo, pero es una mirada distinta y repleta de admiración y de cariño, porque sobre todo Baroja es un tipo que me cae muy bien.
P.- Como dice, los pequeños detalles de su forma de estar en el mundo pueden darnos a veces más pistas sobre quién fue el personaje que un estudio en profundidad.
R.- A Baroja le define mucho su manera de estar en casa, el frío que pasaba, el reloj que colgaba de una escarpia, la manera en que tomaba las pastillas con unos alicates… hay algunos escritores de los que me interesa tanto su vida como su obra, como si la biografía fuera una creación propia, como Onetti y también como le sucede a Baroja, cuya peripecia es una novela. Es un personaje que se construye a raíz de pequeñas cosas, como el hecho de que llevara bufanda en casa, la manta con la que se tapaba…
P.- Contaba hace poco Juan Pablo Fusi que hay historiadores de prestigio a los que ya se les encargan biografías mínimas, de 30 folios.
R.- Hay una obsesión por la brevedad en este mundo nuestro relacionada con la tecnología y con el vértigo. Yo soy de escribir corto, es una servidumbre relacionada con el mundo del periodismo, porque en este oficio un texto largo son dos folios y medio. Me muevo cómodo en este mundo de lo minúsculo pero una biografía de 300 páginas cuenta más que una de ocho folios, la profundidad está bien.
P.- Como bibliófilo, y puesto que este libro es una apuesta navideña, qué opina del binomio libro-regalo?
R.- No soy un bibliófilo pero valoro mucho el aspecto material del libro. El libro de papel tiene una parte que no tiene nada que ver con el contenido de la que carece el libro electrónico. Aspectos como el tamaño, la forma en la que te encaja en las manos… Eso es lo que nos está convirtiendo en bibliófilos. Defiendo como nadie el libro como regalo. De hecho, hay veces en las que me llevo libros de la librería y pido que me los envuelvan para regalo para mí. Se ha perdido aquella idea que mi generación sí recuerda de que cada libro es un regalo. Todas mis lecturas de infancia tienen que ver con cumpleaños, Reyes Magos y anginas.
P.- Dice que no es bibliófilo pero, a tenor de sus últimas obras, se está especializando en la historia que esconden libros y bibliotecas y en la relación de los escritores con los libros.
R.- No sé quién me hacía notar que mis últimas cinco obras tienen en el título la palabra libro. Te van interesando unas cosas y te das cuenta con el tiempo de que te has especializado. De forma accidental salieron el de Cortázar y los libros, el de las bibliotecas de escritores y este año he publicado otros dos. Ahora me toca centrarme en escribir, es buena opción para un escritor empezar el año encerrado. Como decía Longares, más allá de las manías de cada autor, todos nos parecemos en que llegado el momento tenemos que sentarnos en casa a escribir. Estoy preparando un libro para Impedimenta sobre la literatura y el tabaco y también la historia de la editorial Alfaguara.
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