A penas tres semanas después de la inauguración en Madrid, en la galería Fúcares, de la exposición Despacio-Destiempo, vuelve Jaume Pitarch (Barcelona, 1963) a la cartelera artística esta vez de Barcelona donde la galería Àngels Barcelona inaugura hoy su última instalación, Butterfly. Se trata de una pieza en apariencia invisible con la que, haciendo uso de elementos sencillos, el artista cuestiona de nuevo la espectacularización del arte. 18 metros de cable en tensión que recorren la sala y, al final, una palometa que no llega a engancharse nunca a ese imán que, solitario, espera en una de las paredes. En esta obra dialogan las líneas de trabajo habituales de Pitarch: la poética de lo cotidiano, el sentido del humor, el juego, la tensión y la precariedad. Y de algún modo conecta con los Momentum, esas piezas en equilibrio tan características del artista, como el mueble que puede verse en Fúcares.
Pregunta.- ¿En qué consiste la exposición?
Respuesta.- Se trata de una instalación en la que se reproduce un acontecimiento fortuito, como es el de la entrada de un lepidóptero, una mariposa, en el contexto poco habitual de una galería. Únicamente que en la representación de esta situación se emplean unos elementos sumamente sencillos que por su economía cuestionan la espectacularización del arte. Cabe recordar que esta pieza fue concebida en el 2001, justo al salir de dos décadas en las que lo espectacular había dominado la escena artística, definiendo también una economía del arte que cabía criticar. La espectacularidad que yo proponía tenía que ver con lo cotidiano o con lo próximo. Aquello capaz de exponerla era la acción poética.
P.- Hace sólo unas semanas presentaba en la galería Fúcares la exposición Despacio/Destiempo. ¿Cómo se relacionan ambas muestras?
R.- Ambas exposiciones comparten una economía de materiales que forma parte del lenguaje que utilizo habitualmente. Hay que especificar que Butterfly se enmarca dento de un programa de Àngels Barcelona de revisión de trabajos históricos, ya que la pieza tiene 14 años. No obstante en Despacio/Destiempo hay una pieza, Proyector que también cuestiona una economía del arte, y cierta forma de espectacularización que condiciona o valida la percepción de una obra en un contexto artístico particular. En Proyector el foco se desliza desde el ámbito privado hacia lo institucional, y aquí se concentra en el contexto de una galería.
P.- Muy al principio, se interesaba por la pintura aunque el mundo del objeto centra ahora su atención. ¿Que le interesa de él? ¿Qué connotaciones tiene el objeto encontrado?
R.- Es una cuestión fundamentalmente económica y ecológica. Pretendo no añadir más elementos a nuesta sobreabundante producción material. Además, el objeto tiene una mayor capacidad de resonancia por haber sido rescatado de un contexto real. Dice mucho más de nosotros que una ficción y por lo tanto nos predispone mejor para ella. Por otro lado, no somos nosotros quienes encontramos a los objetos sino ellos que nos hallan a nosotros. O mejor dicho, somos nosotros quienes nos encontramos en ellos y a través de ellos.
P.- Muchas de sus obras exploran síntomas varios de extravío. ¿Metáfora de los tiempos actuales?
R.- Sí. Es el signo de los tiempos. Hemos pasado de la era de la velocidad a la de la aceleración, y esto comporta el quedarnos fuera de juego constantemente, habiendo de hacer un esfuerzo adaptativo continuo para el que no siempre estamos preparados. Esto lo explica muy bien Paul Virilio en Estética de la desaparición.
P.- Ha confesado cierta obsesión por el orden. ¿Afecta a su modo de trabajar? ¿Cómo es su método de trabajo, de la idea a la obra?
R.- A partir del surrealismo el objeto se trabajó de manera asociativa, sumando uno o más objetos bajo la formula 2+2=7. A mí me interesó siempre la génesis del 1, no sumar significados para proponer algo nuevo sino concentrarme en todo aquello que contiene la unidad. Desde ese punto de vista me ha interesado el orden, reorganizar las partes que constituyen una unidad para ver qué significados pueden derivarse de esa reorganización y en qué medida son inherentes al objeto original.
P.- ¿Se han hecho lecturas de su trabajo equivocadas y que le gustaría matizar?
R.- Sí, se han hecho algunas, pero sobre todo hay una que me molesta particularmente, y es cuando alguien se refiere a mis trabajos de la serie Momentum como ejercicios de equilibrio. El equilibrio es solo una parte del trabajo, un valor simbólico, pero es aún más importante conocer el origen de estos objetos equilirados, de donde proceden y para qué han sido deconstruidos y recompuestos en esa forma precaria.
P.- ¿Qué temas encierran sus obras?
R.- En realidad, descubrimos el sentido de lo que hemos hecho años después de haberlo realizado. Tener demasiada conciencia de lo que estamos haciendo mata el trabajo. A toro pasado voy viendo que mis obras abordan la condición de ser extraviado del ser humano, la belleza y el absurdo que encierra su constante esfuerzo adaptativo abocado a un éxito, en el mejor de los casos, efímero. La dificultad o la imposibilidad de trascender los factores externos que determinan nuestras vidas. La economía como factor determinante y en concreto cómo ésta incide en nuestra percepción del arte…
P.- ¿Podría hablarnos de ellas en términos emocionales? ¿Con qué emociones trabaja y qué emociones quiere transmitir al espectador?
R.- Primero: Intento que la obra se pueda entender, pero sobre todo se pueda sentir. Muchas veces he descrito las piezas de la serie Momentum como un quejío. Otras obras funcionan desde el humor, bastante negro, por cierto, pero, sobre todo, hay algo irrenunciable que es lo poético, y que es en sí mismo un sentimiento. Segundo: Trato de hacer una obra que mis hijos puedan entender el dia que crezcan y yo no esté. Cuando hago algo pienso en ellos, en si podrán comprender lo que intentaba su padre, así que hay un sentimiento de respeto y de amor hacia mi audiencia potencial. Intento que la obra no sea críptica sino una respuesta simple y comprensible a la realidad que me ha tocado vivir.
P.- ¿Cuánto hay de verdad en el mundo del arte?
R.- Cuando te lo encuentras, lo sabes.
P.- ¿Se puede hoy vivir del arte?
R.- Podriamos con un IVA y un sistema impositivo progresivos combinados con unas leyes que incentivaran el mecenzgo y flexibilizaran las tributaciones en la producción cultural.
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