Repasar la vida y obra de Vicente Aranda (Barcelona, 1926) requiere refrigeración o puede que el celuloide, la sala y el público salgan ardiendo por combustión espontánea. Así es el cine del catalán, las pasiones de la carne sublimadas. ¡Y qué carne! Pilar López de Ayala, Paz Vega, Aitana Sánchez-Gijón, Ana Belén, sin olvidar a su musa Victoria Abril, son solo algunas de las actrices que han dado cuerpo al mundo del cineasta, diverso en temas, en géneros, en épocas… pero siempre con el sello Aranda. Los hermanos Prada indagan con Vicente Aranda. 50 años de cine en la relevancia de un autor inconfundible que, por primera vez, se pone delante de la cámara. Tras pasar por la Seminci, el documental se estrena este jueves en la sala Artistic Metropol de Madrid.
Pregunta.- ¿Cómo sienta que le dediquen un documental de esta envergadura?
Respuesta.- Yo lo he afrontado con toda la modestia posible. Estoy bastante satisfecho con el resultado aunque creo que debería haber intervenido un poco más. Siempre he intentado meter algo biográfico en cada una de mis películas y esa es la línea que hubiese seguido.
P.- ¿Cuándo descubrió que su vocación era el cine?
R.- Realmente no descubrí nada. Fue por indicación de otra persona. En la Escuela de Barcelona se formó una especie de combinación de personas interesadas en el cine que, con dificultades, fue gestando una película (Brillante porvenir) y se pensó que yo era el indicado para dirigirla. Sin embargo, hubo ciertas dificultades con el sindicato vertical ya que, en ese momento, no contaba con los papeles necesarios. Finalmente fue Juan Antonio Bardem quien pudo arreglar la situación colocando a Román Gubern a mi lado que sí que contaba con el curriculum adecuado.
P.- ¿Cómo recuerda la época de la Escuela de Barcelona?
R.- Con mucha nostalgia, eramos muy jóvenes. La afición al cine era lo que nos unía. Después le pusieron la etiqueta pero realmente era un “Dios los cría y ellos se juntan”. Ni siquiera teníamos un lugar determinado para las reuniones, un día era en casa de uno y al siguiente en la de otro. Sin embargo se estableció una manera de trabajar con unos ideales muy cercanos al Dogma, más atrevidos incluso que los de la Nouvelle Vague.
P.- ¿Cómo cambió la Transición la manera de hacer cine?
R.- El cambio principal fue la desaparición de la censura. Este era un deseo muy generalizado entre los que nos dedicábamos al cine. La libertad fue una bendición para todos.
P.- Su carrera demuestra una gran versatilidad en cuanto a géneros y retos cinematográficos. En ese sentido, ¿le gusta el riesgo?
R.- Sí, claro. En cada película he tomado algún riesgo aunque siempre lo hacía con el consentimiento del productor. Alguna vez he tenido que engañarles un poco. Por ejemplo, con Carmen querían que rodara una película de acción pero no estaba muy por la labor, no me apetecía. Para mí era una película de personajes, de la propia Carmen, de José… Pero sin embargo gustó mucho.
P.- ¿En qué parte del proceso de realizar una película disfruta más?
R.- Sin duda en el montaje. Es la fase final de la película y donde comienzas a darle forma. El rodaje también es especial aunque tiene un reverso complicado. Cuando acaba te sientes muy solo, de hecho, te quedas solo. Estás acostumbrado a mandar y a estar rodeado de gente y de repente la soledad. Puedes sentir mono del rodaje. También he sido el guionista de todas mis películas menos de Clara es el precio pero es inevitable modificar el guion durante el rodaje. En todas y cada una de mis películas el texto ha sufrido cambios al ponerlo en acción.
P.- ¿Por qué en su cine hay una especial tendencia a personajes femeninos fuertes?
R.- Hay un sino que me persigue según el cual he de estar siempre rodeado de mujeres. Cuando era pequeño recibí una educación con mujeres. Tenía tres hermanas mayores por lo que en la práctica tenía cuatro mamás. Después he tenido dos hijas y una mujer.
P.- Esto le ha llevado a trabajar con grandes actrices. ¿Es Victoria Abril la más especial?
R.- Mi relación con Victoria Abril siempre ha funcionado muy bien, con ella tenía un entendimiento muy afinado. En Amantes estaba brillante. Victoria tenía grandes recursos. Podía pasar de estar contando un chiste a la más absoluta concentración en un segundo, como si pulsara un interruptor. Esto no le pasa a la mayoría de los actores, incluso es una capacidad que puede molestar a quién necesita concentración y, en alguna ocasión, se lo hice ver. A pesar de todo, la relación con ella siempre ha sido muy amable.
P.- ¿Hay algún momento de su trayectoria que recuerde con especial cariño?
R.- Con lo que me quedo es con la suerte de haber trabajado durante la mejor época del cine español. Además, he contado con la facilidad de disponer de presupuestos grandes para algunas de mis películas como Juana la Loca, Tirante el Blanco, Carmen o Libertarias. Estas producciones hoy no se podrían hacer.
P.- ¿Cómo ve la situación actual del cine?
R.- Las películas han ganado en muchos aspectos, están muy bien hechas pero las dificultades para el cine son enormes. Por otro lado, el público es más inteligente hoy en día. Cuando hice Amantes era difícil contar un público inteligente pero ahora sí que lo hay.
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