Pregunta.- Hola, Isaac, “La habitación oscura” me ha recordado a las últimas novelas de José Saramago. ¿Te interesa su obra como lector?
Respuesta.- Buenas tardes y gracias a todas, todos, por estar ahí. Hola, Francesc. He leído con interés la mayor parte de la obra de Saramago. Pero no lo tengo por referente ni veo tanta similitud entre mi novela y las suyas, aunque algo habrá porque no es la primera vez que me lo señalan.
P.- ¿No crees que la izquierda en España necesita renovarse y superar de una vez el guerra-civilismo y sus fobias antiespañolas?
R.- Hola, Luis. Depende de a qué llamemos izquierda. Hay organizaciones llamadas de izquierda que no han hecho otra cosa que renovarse una y otra vez, hasta acabar irreconocibles.
P.- Buenas noches Isaac, leí el libro en 2 días, me atrapó como la habitación. Para mi la habitación evoluciona o involuciona, según se mire. Al principio es un sitio donde los sentimientos fluyen con total libertad, representa nuestro yo liberado. Y ésto va cambiando conforme pasan las hojas. Se convierte en refugio en escondite. Para convertirse en una trampa para los asidyos a la habitación. Se les va un poco de las manos. Qué opinas de éste enfoque mío? Muchas gracias, Isaac. Rebeca.
R.- Hola, Rebeca. Gracias por esos dos días encerrada. Tu enfoque coincide con mi planteamiento de partida: convertir la habitación en un personaje, que va cambiando a lo largo de los años, como van cambiando los protagonistas o el tiempo en que viven. La habitación sufre el mismo proceso de descomposición que sus vidas y que la sociedad en que viven. Y en efecto, lo que empieza como un lugar donde sentirse libres, acaba convertido en un encierro.
P.- Señor Rosa, buenas tardes. Usted dijo en una entrevista a un medio de comunicación que la “literatura ha perdido relevancia social”.¿ Es un camino que ya da por perdido o por el contrario, cree que la literatura volverá a sus esencias? Saludos.
R.- Buenas tardes, Patricio. Así es, la literatura va camino de ser irrelevante. Cada vez ocupa menos espacio en nuestros tiempos, en nuestras conversaciones, en nuestras preocupaciones. Ha sido desplazada, no necesariamente sustituida por algo mejor o diferente. Soy muy malo para hacer predicciones. No sé si es un camino irreversible, pero la pendiente es cada vez más pronunciada.
P.- Isaac, me ha encantado tu novela, creo que es valiente y necesaria. Quería preguntarte por el nombre de otros escritores españoles de tu generación que te interesen. Saludos
R.- Hola, lector. Gracias por la lectura y el comentario. Pienso que la literatura más interesante no la está haciendo hoy mi generación (nacidos en los 70), sino la inmediatamente anterior (nacidos en los 60), que ha llegado a la madurez. Las últimas novelas de Marta Sanz o Rafael Reig así lo demuestran. O una debutante que me ha interesado mucho y aprovecho para recomendaros: Rosario Izquierdo, con Diario de campo. En cuanto a mi generación, habrá que esperar unos años todavía para que demos nuestros mejores frutos, supongo.
P.- Buenas tardes. Hace unas semanas, el El País Semanal, Santiago Roncagliolo pedía, sin rastro de ironía, el Nobel de Literatura para Stepheng King. Si en una reunión de amigos comentas algo así, lo menos que te encuentras es un ¿hablas en serio? En fin, ¿qué opinión le merece ese esnobismo que piensa que tener muchos lectores contradice la profundidad literaria?
R.- Hola, Alberto. ¿Nos sorprendería tanto que le dieran el Nobel a King? El historial del premio admite eso y más. Dicho lo cual, no soy un lector habitual de sus novelas, y no me gusta hablar de oídas. Me asombra más quienes piden el mismo Nobel para creadores de series de TV, dentro de esa opinión cada vez más generalizada de que “la mejor literatura está hoy en las series”.
P.- Hola Isaac, qué tal. Como escritor y hombre de cultura, me gustaría una reflexión acerca del canon literario en relación con la cultura occidental, ¿Cómo no hay rebelión alguna frente al etnocentrismo? ¿Por qué este desnivel tan grande en cuanto a interés general por la literatura digamos, de Francia o Estados Unidos con respecto a la china o persa? ¿Por qué tantos agujeros negros de información en cuanto a otras literaturas (birmana, kazaja, nigeriana etc) incluso en ambientes universitarios?
R.- Hola, Frein. Que desconozcamos a autores kazajos o birmanos (yo el primero) no me sorprende tanto, frente al dominio cultural sobre todo estadounidense, pues dependen más de traducciones disponibles. Me llama más la atención cómo ese mismo desconocimiento se da con autores españoles o latinoamericanos, igualmente eclipsados por la omnipresente literatura anglosajona.
P.- Buenas, leí tu artículo sobre la cadena catalana. ¿Como crees que puede conciliarse la izquierda con algo tan reaccionario como el nacionalismo? ¿No es privilegiar la pertenencia a un territorio frente a la pertenencia a una clase social (muchas veces explotada por los mismos que quieren que se sume a la cadena)? Salut
R.- Hola, Neus. Pienso que el internacionalismo propio de la izquierda no es incompatible con la búsqueda de un Estado propio. Incluso un Estado que no fuese “nacionalista”, por extraño que suene. Dicho lo cual, pienso que a los catalanes independentistas les traería más cuenta liberarse de ciertos poderes políticos y económicos autóctonos antes que de España.
P.- Lo que más impacta de La habitación oscura es su ritmo. Párrafos de largo aliento y diálogos allí empotrados. Supongo que no es casual, porque ayuda a sentir la oscuridad con más intensidad. ¿Cuesta mucho construir así? ¿Se perdía en algún momento?
R.- Hola, Lleste, gracias por la lectura. La intención al elegir esa forma de escritura es mantener al lector dentro de la habitación desde la primera página, hacerle sentir a oscuras, compartir el proceso mental propio de quien está mucho tiempo a oscuras y en silencio; un tipo de pensamiento acelerado, incansable, confuso a veces. Sí, me costó encontrar la voz desde donde contar la historia. Y me perdí, sí: siguiendo la metáfora, deambulé a oscuras durante un tiempo por la habitación, y tropecé, y me golpeé, y tuve que salir y volver a entrar varias veces.
P.- ¿Qué opina de la polémica por la concesión del Planeta a la exministra González Sinde?
R.- Hola, Pedro Luis. Habrá que leer el libro para completar el juicio. No sé si estamos ante otro caso de puerta giratoria, pues Sinde ya escribía, y es muy libre de seguir dedicándose a ello. Pero si hubiese esperado un año más para presentarse al Planeta, se habría ahorrado mucha polémica y no solo sería honrada sino que también lo parecería, cosa que ahora tendrá que esforzarse en demostrar en cada entrevista.
P.- ¿Coincidiría con la afirmación (creo que de Giralt Torrente) de que la generación de escritores consagrados de este país no está siendo muy generosa con la siguiente? En la calle hay cierta sensación de que ningún escritor menor de cincuenta años es muy conocido. Y yo creo que Javier Marías, Muñoz Molina, Almudena Grandes, Rosa Montero o Juan Marsé están demasiado ocupados en sí mismos y no quieren ceder el testigo. ¿Las grandes historias de generosidad entre escritores forman parte del pasado?
R.- Hola, Julio. No sé si podemos hablar en términos de generosidad. Seguramente cada uno de esos escritores podría defenderse y decir que ha dado a su manera la alternativa a un nuevo autor en algún momento. La sensación de tapón que puedan ejercer unos cuantos nombres más visibles yo no la veo tanto en términos generacionales, sino incluso más con sus coetáneos. Autores de la misma generación que tal vez no han recibido la atención que merecían.
P.- Hace unos días leí una entrevista de un actor británico en la que este se quejaba de la percepción que el público tenía de él. Había estudiado en un colegio privado (con una beca) y ahora le parecía imposible alejarse de esa idea de tipo privilegiado que todos tenían de él. ¿A ti te preocupan las etiquetas?
R.- Hola, Santos. Soporto unas cuantas etiquetas a mi espalda, pero no me pesan ni me esfuerzo por despegármelas.
P.- El barrio madrileño de Hortaleza ha sido determinante en tu vida. ¿Qué hay de él en “La Habitación Oscura”?
R.- Hola, Carlos. Hortaleza es mi patria desde hace años, donde vive mi tribu. Es parte de esa periferia resistente que queda fuera del habitual escaparate madrileño. Como tal está en todo lo que hago, también en La habitación oscura. Un abrazo mallita.
P.- Hola, Isaac. Te estaba leyendo y no puedo dejar de preguntarte: ¿tú no crees que la mejor literatura no esté hoy en las series? ¿No eres aficionado a ellas?
R.- Hola, seriesadicto. No, no lo creo. Salvo que aceptes por serie Peppa Pig, no sigo ninguna serie: mi tiempo siendo padre con hijas pequeñas es muy limitado, y las veces en que me he acercado a una afamada serie no me ha parecido tan extraordinaria como para preferirla a un buen libro o una buena película. No comparto ese deslumbramiento ante la ficción televisiva, y supongo que las expectativas que otros ponen sobre las series hace que luego me decepcionen. Eso sí: una buena serie es infinitamente mejor que un libro mediocre o una mala película, y tal vez haya hoy más series buenas que libros buenos o películas buenas.
P.- Todavía es joven y ya tiene en su haber una estimable bibliografía. ¿Se hace más fácil la escritura con el tiempo? ¿Cómo ha sido el proceso de La habitación oscura?
R.- Hola, PPL. Joven, ya poco, aunque la juventud sea una categoría tan flexible. Pero aunque no me considero joven, tampoco me veo como un escritor maduro, sino en maduración, en crecimiento. Sigo aprendiendo, y equivocándome. La habitación oscura ha sido mi novela más fácil de empezar y de terminar, pero entre la primera y la última página todo fueron dificultades.
P.- En la presentación de la novela la calificabas de desoladora. Entiendo que es normal, dado los tiempos que vivimos pero, ¿a usted, en concreto, cómo le ha afectado esta crisis brutal?
R.- Hola, Palmira. Decía que es desoladora, en efecto, como desolador es el tiempo que vivimos. La novela es coherente con mi estado de ánimo. La crisis, lo que llaman crisis, me afecta a mí y a todo mi entorno. Personalmente, mis ingresos se han reducido considerablemente en los últimos años pese a trabajar más que nunca. A mi alrededor, en mi familia, entre mis amigos y vecinos, hay parados y precarios, angustia por el futuro, y algunas situaciones ya dramáticas.
P.- ¿Cómo encaja las críticas? Solo he leído la de este diario y fue positiva, pero supongo que habrá de todo…
R.- Hola, Autora. No me puedo quejar por cómo me ha tratado la crítica, en este y otros libros, aunque como dice hay de todo. La felicidad por una crítica buena dura mucho menos que el dolor por una mala crítica, eso es cierto. Personalmente, más que una crítica negativa me molesta una crítica superficial, y más que una crítica positiva me interesa una crítica que entra a discutir con el libro.
P.- Entiendo que lo que mande en esta charla sea la literatura pero, hablemos de otra cosa, ¿qué aficiones tienes? ¿Te gusta el cine, la danza, el teatro..
R.- Hola, Lara. Mis aficiones, como decía antes en otra pregunta, están en buena medida aparcadas por la paternidad, de lo que no me quejo. No soy nada especial en mis aficiones: cine, teatro, sí, una buena exposición, practicar algunos deportes.
P.- Buenas tardes, ¿cómo crees que tenía que haber sido la transición española para ser realmente justa? Trata de ser lo más concreto posible, por favor. Un saludo.
R.- Hola, César. La transición, para ser justa, debería haber sido lo contrario de lo que fue: un acto de impunidad total, que se convierte en el pecado original de la democracia. No digo que hubiese que juzgar a todos y cada uno de los franquistas, pero todo habría sido diferente si se hubiese apartado (y juzgado en algunos casos) a los policías responsables de la represión política (los Billy el Niño y compañía), y lo mismo en la judicatura y el ejército. Y por supuesto, haber reparado a las víctimas de la guerra y la dictadura, haber limpiado las calles de toda la chatarra dictatorial, y haber hecho un esfuerzo en el terreno educativo para las nuevas generaciones. Es decir, todo aquello que no ocurrió. A partir de esos mínimos, se habría construido una democracia bien diferente, con mayor desarrollo.
P.- Buenas tardes. Soy Yelena. De Rusia, de Moscú. ¿Usted cree que el libro en papel se quedara por mucho tiempo? ¿Cuánto tiempo usted le da? Por favor. Gracias.
R.- Hola, Yelena. Ya dije que soy muy malo haciendo pronósticos, pero no creo que estemos asistiendo a la muerte del libro de papel, ni que podamos colocarle un contador de cuenta atrás. Convivirá con el digital, perderá espacio, claro, pero no desaparecerá.
P.- Salud, Isaac, enhorabuena por tu obra. Especialmente por La mano invisible. Mi pregunta: ¿te causa alguna contradicción escribir novelas de contenido crítico y publicarlas en el sello de un grupo editorial multinacional? Gracias.
R.- Hola, Victoria. Gracias. No, no me causa ninguna contradicción, ni afecta a mi escritura. Al contrario, me permite llegar a más lectores.
P.- Decía hace un rato que la literatura camina hacia la irrelevancia pero ¿no le parece que, al menos mediáticamente, la voz de los escritores sigue pesando mucho más que la de, por ejemplo, los artistas?
R.- Hola, Julia. Al decir literatura, me refería a los libros, las obras, lo que proponen. En cuanto a los autores y su voz, puede que tengamos todavía más voz de lo que nos correspondería por el espacio que ocupan nuestros libros en el debate ciudadano, pero ya verá lo poco que tarda en corregirse.
P.- Después de escribir una novela impregnada de crisis, ¿apetece ponerse con algo más optimista? ¿Ya tiene nuevo proyecto?
R.- Hola, Elvira. Me encantaría escribir algo más optimista, pero como dije antes lo que escribo es coherente con mi estado de ánimo. Ojalá este cambie en los próximos años para escribir otro tipo de literatura. Tengo intención de retomar una novela que dejé a medias cuando me encontré la habitación oscura. Y por ahora no es precisamente optimista.
P.- Hola Isaac. ¿Quién o qué está sustituyendo el papel de la literatura como referente intelectual? ¿Hay forma de recuperar su sitio?
R.- Como decía antes, ese desplazamiento no es necesariamente una sustitución, más bien un espacio que queda vacío, un agujero. No sé si recuperará ese sitio, pese a que necesitamos más que nunca buenos libros para entender qué nos pasa.
P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo?
R.- Hola, Susana. Tengo a medias Piglia y lo he aparcado por Echenoz.
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