Cuca Roseta es según los amigos del lugar común “la nueva voz del fado”. Es una etiqueta, sin embargo, que se sostiene en los múltiples encantos y cualidades que reúne, como intérprete y como compositora. Sí, porque ella misma escribe las letras y la música de sus canciones. Ya lo hizo en su primer disco, Cuca Roseta, que cocinó el productor argentino Gustavo Santaolalla (oscarizado por la banda sonora de Brokeback Mountain). En ese álbum dos canciones eran de su propia cosecha. Pero en el que acaba de lanzar, Raíz (Universal), lo son todas, algo insólito en la historia del fado. La hondura joven de su voz y su sensual y elegante presencia sobre el escenario la convierten en una artista irresistible. El público español ya la conoce bien (son frecuentes sus incursiones por aquí). Ahora vuelve para presentar su nuevo álbum en la sala Galileo Galileo, en un concierto enmarcado en el programa de la Mostra Portuguesa.
Pregunta.- ¿Cuál es raíz del título que reivindica con este disco?
Respuesta.- Mi trabajo en este disco ha sido muy especial. Yo soy una fadista que respeta mucho la tradición. Pero tengo otras referencias: el jazz, la bossa nova, las músicas del mundo… Tenía la duda de si cuando hiciera mis propias composiciones me saldrían fados puros. Pero yo diría que sí, que así ha sido. Una sorpresa muy grata y emocionante.
P.- En su primer disco ya apuntó con dos o tres canciones firmadas por usted su vocación por escribir las letras. Ahora las ha escrito todas.
P.- Cuando grabé Cuca Roseta, Gustavo Santaolalla me pidió que incluyera en el disco alguna de las canciones mías. No le tenía claro. Pero es que después la canción que más le ha gustado al público, la que más me pedía, era precisamente una de las mías. El fado tiene que reflejar la verdad de una vida para que suene auténtico y llegue a la gente que te escucha. Quizá por eso les ha gustado tanto.
R.- ¿Entonces puede decirse que estas letras de Raíz tienen una gran carga autobiográfica?
R.- Sí, de hecho yo considero el disco un autorretrato. Salen a relucir mi propia experiencia, aquellas vivencias y detalles que me han marcado desde que era una niña.
P.- ¿A la hora de escribir tiene alguna referencia literaria que le marque el camino?
R.- En Portugal tenemos inmenso poetas. Todos lo fadistas solemos leerles mucho. A mí me inspiran sobre todo Florbela Espanca y algunos poemas de amor de Camoens. También Vinicius de Moraes.
P.- En cada canción asocia el fado a un concepto, idea o sentimiento: Fado do cansaço, Fado de Esséncia, Fado da vaidade… ¿Le salió así o era algo premeditado?
R.- En Portugal no tenemos escuelas de fado. Lo aprendemos en los clubs donde se canta. Tradicionalmente los fados llevaban el nombre de sus compositores, como por ejemplo el fado Fado Isabel. También se denominaban en función de la tonalidad, como el Fado Menor. O por el ritmo, como el Fado corrido. Esas asociaciones me gustan mucho. Yo los he querido emparejar con sentimientos.
P.- El único que no sigue esa fórmula es Marcha da eperança, homenaje a Amalia Rodrigues. Imagino que aspira a construir su propia personalidad en el fado pero ¿en qué sentido ella es un ejemplo?
R.- En su determinación a la hora de seguir su instinto, a pesar de todas las críticas y reproches que le hacían. Cuando introducía cualquier novedad, le caían golpes por todas partes, en particular desde los sectores más conservadores o puristas. Por ejemplo cuando decidió cantar a los grandes poetas. Decían que era un error, que el fado auténtico era el que manaba de las calles, de la gente anónima que canta sus penas. También por le criticaban mucho por haber incorporado los estribillos en los fados. Ahora lo que hizo ella está considerado como el fado puro y tradicional. Amalia fue, además, la que colocó el fado en el mapa internacional.
P.- ¿Y a usted también le atacan esos puristas, los de hoy día?
R.- Pues también. Ahora que escribo mis propias canciones, sobre mis sentimientos y experiencias, dicen que no, que el fado debe tener las letras de los grandes poetas. Justo lo contrario que le reprochaban a Amalia. Ella, por otra parte, siempre vestía de negro. Y usaba un chal para cogerlo con las manos porque no sabía qué hacer con ellas. A no me gusta el chal ni el negro. Visto de colores y eso algunos les molesta. Lo ven inapropiado para una fadista. Y el hecho de que sea de Estoril y no de un barrio de Lisboa lo ven como una limitación. Son cuestiones superficiales. No les doy importancia. El fando es hondura.
P.- De niña no tenía la vocación de ser cantante de fado. Pero a los 18 años entró en una casa de fado y esta música le conmocionó. ¿Qué sucedió ese día?
R.- Me gustaba cantar pero no fados. De hecho estuve en un grupo de rock, Toranja. Pero el fado no es un género para lucir la voz o la figura. Es mucho más. Exige entrega absoluta y eso es lo que me motiva. La voz es una esclava del sentimiento y de la historia. Después de grabar mi primer disco, gracias a Gustavo Santaolalla, lo vi claro: yo he nacido para cantarlo.
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