Antes de que los festivales 2.0 empezaran a proliferar como setas, el Jameson Notodofilmfest ya era un imprescindible en el mundo del corto. Isaki Lacuesta, el presidente del jurado de la nueva edición, que acaba de presentarse, celebra que, a pesar de que la aparición de todo tipo de ofertas digitales podría haber hecho caducar el modelo, la propuesta haya ido creciendo gracias a su carácter. Una personalidad que, recuerda el ganador de la Concha de Oro en San Sebastián por Los pasos dobles, se basa en el diálogo entre creadores y público, en participantes que se conocen de anteriores ediciones, en directores asiduos y hoy reconocidos cuyos primeros cortos se proyectaron allí, en la presencia de cineastas de distintas generaciones… A sus espaldas, más de 10.000 cortometrajes y 28 millones de espectadores. Rodrigo Cortés, Nacho Vigalondo, Daniel Sánchez Arévalo y Carlos Vermut son algunos de los cineastas que pasaron por anteriores convocatorias. Ya está abierto el plazo para presentar los cortos de no más de 3 minutos y medio que en esta edición, además, podrán concurrir en la carrera por los Goya.
Pregunta.- ¿Qué novedades tiene esta edición del Notodo?
Respuesta.- Me sorprende que la primera pregunta cuando hablamos de este festival sean siempre sus novedades, porque, puesto que es una fórmula que funciona bien, ¿para qué cambiar nada? Lo que destacaría realmente es lo que continúa, que existiera este festival antes del boom de Youtube, que a pesar de la existencia de tantas cosas que podrían hacerlo caduco su fórmula permanece porque tiene una personalidad muy marcada y protagonizada por el diálogo entre cineastas. Aunque hay novedades, claro, como las ganas de expandirse hacia Latinoamérica, el espíritu de comunidad que pasa por celebrar talleres para cineastas y aficionados… Como miembro del jurado me gustaría destacar la propuesta de que estuviera integrado también por alguien del mundo de la música. Hemos elegido a Kiko Veneno, uno de los genios de nuestra música, para meterle un poco de rock y de rumba al festival. Me parece divertida la idea de ver a cineastas haciendo canciones y a músicos rodando cortometrajes. Me gustaría que, por ejemplo, hubiera gente de otras disciplinas en la comisión de subvenciones del ICAA, es saludable dialogar con gente que no sea de tu mismo equipo.
P.- ¿Es de los que celebra la explosión del formato corto y del formato en general en el cine o de los que pondría en cuarentena el supuesto boom?
R.- Pondría en cuarentena la palabra explosión. Cuando se habló del boom del documental parecía que en vez de apoyarlo había que destruirlo, puede ser peligrosa. Pero en el caso del Notodo sí valoraría el trabajo bien hecho a lo largo de muchos años, la complicidad entre creadores y público, la idea de continuidad, los directores ya conocidos que participaron en su día… En este sentido, también valoro que desde La Fábrica lo hayan mezclado muy bien con el apoyo de la empresa privada como Jameson. Es curioso que las empresas privadas lo hayan visto más rápido que los organismos públicos…
P.- ¿Empieza el corto a dejar de ser sólo la antesala para debutar en el largometraje?
R.- Hay participantes que ven el festival como una plataforma para debutar en largo, como les sucedió a Sánchez Arévalo y Carlos Vermut. Pero a mí los cortos no me interesan como tarjetas de presentación sino como películas en sí mismas. Claro que la posibilidad de tener una vida profesional como realizador de cortos es inviable, pero hemos estado muy marcados por la obligación para encajar en las parrillas o en las sesiones de tarde y es sano acostumbrarnos a películas de 10 minutos o de ocho horas.
P.- ¿Es un formato más libre el corto desde que la crisis apretó los corsés económicos?
R.- Para la mayoría de mis compadres cineastas no es así. Los cortos son un pie forzado, como la rima consonante de un soneto. En el cine siempre hay un presupuesto, una libertad y unas limitaciones. Hay mucha gente que sólo se plantea hacer largos en libertad. En mi caso, esta es la única forma sensata de trabajar. Me cuesta pensar por qué razón alguien pudiera hacerlo de otro modo. Una vez, cuando hacíamos la tourné de óperas primas, un director me me decía que tuvo que pagar un peaje y rodar una película de encargo para poder hacer luego la suya. Al final, nunca la hizo. Es un error hacer cosas pensando en el mercado, tienes que hacer lo que te haga feliz. De otra manera, te faltarán las fuerzas para que salga bien. Si a Bayona o a Santiago Segura les funciona lo que hacen es porque creen en ello. El cine es un deporte de elite, o le dedicas todo lo que tienes o no llegas, te faltará la intensidad.
P.- ¿Qué dice de los géneros? ¿Hay cortodiversidad?
R.- Hay mayor amplitud. En los 90, la época en la que más se produjeron cortometrajes, se notaba que predominaban la comedia y el fantástico, que se adecuan mejor al relato breve. Pero el Notodo ha sido un síntoma de los cambios y de la aparición de otras propuestas, como el ensayo, el documental, el thriller… Hay cortos de muchos tipos, se nota entre los premiados. El panorama ha cambiado para bien.
P.- ¿Qué necesita el sector?
R.- Me pareció muy extraña la desaparición de las ayudas de los cortometrajes en paralelo al cese de las ayudas de desarrollo de guión. Es algo es sorprendente que espero que se recupere. En cualquier caso, está claro que son películas que interesan a la gente, lo que resulta extraño es que tengan comercializaciones tan complicadas, como los cuentos. La primera vez que estrené un corto en un cine, empezó la proyección, pasaron cuatro minutos y volvimos a salir, fue muy raro vernos otra vez las caras tan pronto. Quizás sea una duración que te obliga a hacer paquetes pero, no sé, en cambio los chupitos en los bares funcionan bien. Y hace unos años no era costumbre que te invitaran a un chupito después de cenar, igual un opción es verlos como el que toma zuritos de bar en bar sin que haga falta la compañía de un bistec. En cualquier caso, no es una costumbre que haya que imponer, no hay demasiado que reivindicar. Lo único que sucede es la pérdida de profesionalización de los cineastas, técnicos y trabajadores.
P.- ¿Qué destacaría del jurado de la edición?
R.- Intentamos que lo compusiera gente divertida, que se visualizara bien que eran miembros de generaciones y de estilos de distintos. Casi todo el mundo es muy abierto de miras.
P.- ¿Cómo va el rodaje de Murieron por encima de sus posibilidades?
R.- A punto de terminar, empezamos a rodar hace un año y medio y hemos ido montando en paralelo, así que tengo una sensación de final de proceso y muchas ganas de verlo completo. Estoy muy contento de la experiencia cocreativa con técnicos excelentes y con grandes actores que han querido colaborar.
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